Trachycarpus prínceps la palma del camino de piedra
Martin Gibbons; Tobias Spanner; Chen San Yang Traduccion: José Grassia
Una sola línea en un libro de plantas Chino, nos llevó desde el principio, quizá, al descubrimiento más excitante de “el rastro del Trachycarpus”.
El libro en cuestión era el nuevo informe acerca de las palmeras de China, en la serie “Flora of China” (Pei y Chen, 1991), publicado en chino, totalmente incomprensible para nosotros. Sin embargo, todas las referencias estaban en inglés, o usando el alfabeto Romano por lo menos, y por supuesto, todos los nombres de las plantas en latín o griego, eran entendibles.
Nosotros estábamos investigando el Trachycarpus martianus y, aunque no existía ningún registro de su presencia en China, ni en cualquiera de los otros libros, antiguos o nuevos, que consultamos, este libro lo nombraba y describía.
Esto nos pareció extraño, ya que, si no era conocida su presencia en China, ¿entonces por qué aparecía en un libro de plantas chinas?
Nosotros hicimos arreglos para tener acceso a una traducción al inglés, y solo entonces, pudimos leer lo que los autores chinos tenían que decir sobre esta especie. El prólogo comenzó con una descripción de la palma, hasta aquí nada extraño, y termino con un párrafo más bien desilusionante, «La especie es nativa de Birmania y el Himalaya central y oriental”. Según los archivos, se habían encontrado algunos ejemplares en Yunnan occidental y noroccidental, pero, “actualmente no queda ningún espécimen”.
Ese comentario podría haber sido el final de esto, pero algo nos machacaba, ¿Cuál fue el “archivo” y cómo nosotros podíamos averiguar sobre él? Parecía una tarea imposible.
Entonces, algún tiempo después, estábamos releyendo los registros por centésima vez, cuando una línea en las referencias nos llamó la atención. Entre todos los caracteres Chinos decía textualmente: «Hand.- Mazz. Sym. Sin. 7(5): 1360. 1936». Los números eran obviamente páginas o capítulos y 1936 el año, ¿pero qué o quién era Hand.? ¿Mazz.? ¿Pudiera ser que “Sin” estuviera por “Sinica”, ¿es decir “China”? ¿Era este el registro antiguo?
La respuesta vino, como tantas otras, de la biblioteca de Kew. “Hand.-Mazz.” resultó ser una abreviatura de “Dr. Heinrich Handel Mazzetti”, un botánico austríaco que hizo algunas exploraciones en el Sudeste del Tíbet, Yunnan Noroeste y muchas del Sudoeste de China entre 1914 y 1918.
Dr. Heinrich Handel Mazzetti publicó sus resultados en un libro llamado «Symbolae Sinicae» en Alemania en 1936, una fotocopia nos fue prestada amablemente por la Biblioteca del Museo Botánico en Berlín. Esto tuvo que ser traducido nuevamente, pero fue un problema menor:
«Trachycarpus martianus… N.W. Yunnan. En la zona subtropical de Birmania, en los precipicios de caliza cristalina de los bosques monzónicos, en el barranco de Salween sobre Chamutong hasta debajo de Niualo, 1725-1900 m.. . y desde aquí se replantó en el pueblo de Sitjitong. Flores o frutas no están disponibles”.
De mi memoria y una fotografía enviada por el Dr. J. Rock, éstos árboles de aproximadamente 7 m de alto, tienen tallos de por lo menos 20 cm de diámetro después de que las bases de la hoja han caído, y solo quedan unas pocas debajo de las hojas nuevas. Éstas tienen el reverso con cera blanca…..!!!
¡El misterio comenzaba a desvanecerse!
Entonces, adicionalmente, nos encontramos con otro libro del mismo autor, «Naturbflder aus Süidwestchina» (Retratos de la Naturaleza del Sudoeste de China) y consideramos que, si el primero era un trabajo científico, este era más un diario y llenó los huecos con una lectura muy agradable.
En la página 242, bajo el título, «En el curso superior del Irrawaddy”, nosotros leímos «Por la tarde, localicé Niualo, un pueblo Lissu como se puede deducir por el nombre, el más septentrional de todos, y me presenté de una manera amistosa, con regalos. De allí, finalmente, no estaba lejos el rio Salween. Nosotros descendimos, hasta el bosque lluvioso subtropical debajo de los 2200 m… y una corta distancia en la piedra desnuda nos llevó a la cuesta del propio valle, desde dónde bajamos rápidamente a través de un ralo bosque de pinos hasta Sitjitong, un pueblo esparcido, 3 km. al norte de Chamutong”.
“El Salween llega aquí desde Wuli en el nordeste, atravesando la banda de caliza cristalizada por la garganta de Chamutong y vuelve rápidamente hacia el este, recuperando su curso de NNO a SSE. Por todas partes, esta dura piedra muestra precipicios empinados, en la más profunda garganta con paredes enormes de 600 m de altura, una de las cuales fuerzan al río a encaminarse contra una alta pared. Cuando el nivel del agua aumenta, esta ruta se inunda, y la única manera de localizar Chamutong es por encima de las cumbres.”
“Considerando que todavía existen xerófitas, como la Scheflera delavayi, aquí pardusca y viviendo a media luz, creciendo en los bancos de arena que se esparcen a lo largo del río, debajo de Sitjitong, la propia garganta se caracteriza nuevamente por la opulencia subtropical. Enormes lianas, como el nuevo Mucuna coriocarpa con gruesos troncos y vainas de 50 cm de largo, trepando alto entre especies de Sloaneas… entre ellos prosperan los tropicales Asplenium nidus, desarrollando grandes nidos con hojas de 70 cm de largo como grandes lenguas. Las xerofilicas están integradas en su mayoría por las pequeñas orquídeas epifitas que, lamentablemente, no estaban en flor, y la palma Trachycarpus martiana que crece con tallos majestuosos, mayormente en el otro lado del río, casi inaccesibles en los precipicios.”
“Cruce el pedregal de Chamutong alrededor del cual el rio Salween es forzado hacia la cuesta oriental en una curvatura mansa, por la vía más corta, debajo del pueblo principal, ya que tenía prisa, demorándome con un oficio religioso, por una persona fallecida por opio y alcohol. Entonces me encamine a Dara, una villa en la cuesta, habitada principalmente por Tibetanos…»
¡Qué situación excitante! Las paredes de caliza de 600 m de altura ya eran algo digno de ver. Después de mucha investigación, la oficina de mapas de Kew nos proporcionó la ubicación de Chamutong, de hecho, nosotros estábamos ansiosos por hallar el mapa original de Handel-Mazzetti allí.
El pueblo se encontraba en el extremo Noroeste de Yunnan, casi en el punto dónde China, Tíbet y Birmania se encuentran, un área cerrada y restringida de China y, ciertamente, no abierta al turista casual. El propio Río Salween fluye desde las cumbres del Himalaya hacia el Sur, justo por el Este de la frontera Norte-Sur entre China y Birmania. Finalmente, mil millas después, se descarga en el Golfo de Martaban, en Mouhnein, Birmania.
Hasta ahora, todo bien. ¿Pero cuáles fueron las recolecciones de Handel-Mazzetti y, consecuentemente, que fotografiaron?
El Dr. Dransfield sugirió, que como Handel-Mazzetti era austríaco, era probable que sus colecciones de hierbas estuviesen en Viena, y de hecho, este fue el caso. Nuestro amigo allí, Thomas Baum-gartner, las descubrió, en buenas condiciones, en el Instituto de Botánica, dónde habían estado juntando polvo durante 70 años. Un requerimiento oficial, amablemente hecho por Dr. Dransfield, los trajo a Inglaterra y estábamos muy excitados cuando visitamos Kew para verlos.
Un vistazo a las hojas fue suficiente para dejar una cosa inmediatamente muy en claro. Aunque eran de Trachycarpus, no eran precisamente de T. martianus. Lo más excitante de todo era la fotografía, tomada por el Dr. Rock, a la cual se refirió Handel-Mazzetti.
Era una fotografía del hábitat y aunque a primera vista parecía no haber ninguna palma en absoluto, el examen minucioso bajo un microscopio, reveló docenas de ellas que crecían en una cara del precipicio, en el lado opuesto del rápido cauce de un río, el Salween, o como se llama en China, el Nu Jiang (“Río furioso”).
Parecían grandes palmeras, con los troncos gruesos y grandes coronas de hojas con forma de abanico, se diferenciaban de T. fortunei por una sola cosa, estos mostraban tener los troncos desnudos, y como crecían en sitios tan inaccesibles, era inconcebible que el hombre les haya quitado los restos foliares para utilizar las valiosas fibras, como en la inmensa mayoría de los Trachycarpus en China.
Todo el asunto estaba volviéndose muy intrigante, y nosotros sospechamos que estábamos viendo una nueva e indescripta, especie de Trachycarpus. Como es común en estos casos, la única manera de resolver este enigma era visitar las palmas, y esto resolvimos hacer.
Hay que tener una buena y muy válida razón para visitar “las áreas cerradas” de China, e incluso entonces, no siempre es posible conseguir el permiso para hacerlo.
Nos dijeron que, como nuestro interés era botánico, nosotros tendríamos que dirigirnos primero al Instituto de Botánica en Kunming para que, en nuestro nombre, solicitaran a las autoridades pertinentes, para intentar obtener permiso para visitar el área dónde nuestras palmas crecían.
Nuestro contacto en la Universidad era el Profesor Chen San Yang, la misma persona que había escrito acerca de la T. martianus en el volumen de palmas de la “Flora China” y era una autoridad acerca de las palmeras de China. Él estaba intrigado como nosotros, por la posibilidad de una tarea de campo a esta área remota con la finalidad de relocalizar el “perdido” Trachycarpus. Nosotros solicitamos los permisos sin demoras, pero tomó 10 meses obtenerlos.
En este periodo intercambiamos docenas de facsímiles y cartas, y también enviamos fotocopias de nuestros pasaportes junto con todos los detalles acerca nuestro y de nuestros propósitos. Fue acordado que el profesor nos acompañaría, y viajaríamos a nuestro destino en un jeep alquilado.
En octubre de 1994 volamos a China, y nos quedamos en Kunming, la ciudad capital de la Provincia de Yunnan. Al llegar nos registramos en un hotel y el profesor y su intérprete (“David”) llamó para una reunión de introducción.
Nosotros debíamos levantarnos temprano en la mañana siguiente y acordamos estar listos a las 7 am, para encontrarnos con el pequeño jeep en el cual perderíamos muchas horas y viajaríamos muchas millas. Primero, sin embargo, debíamos obtener más permisos y documentos de viaje que nos hicieron perder un par de horas manejando alrededor de Kunming, de una oficina a otra. ¡Finalmente, estábamos en camino!
Viajamos por un buen camino a lo largo de 80 Km que luego comenzó a deteriorarse un poco, aunque transitable. El conductor fue rápido, pero cuidadoso y confiado y mantuvimos una buena velocidad. Paramos para almorzar (pollo con jengibre, fideos, cerdo y arroz) y llegamos alrededor de las 6.30 pm a Xiaguan donde pasaríamos la noche.
A la mañana siguiente salimos temprano, almorzamos en Wayao, luego pasamos por Liuku, cruzamos el puente sobre el rio Salween donde giramos hacia el norte y seguimos hasta Lubenzhuo. Finalmente llegamos a Fugong cuando estaba oscureciendo y nos detuvimos para pasar la noche.
Temprano a la mañana siguiente partimos una vez más, continuando hacia el norte a lo largo del río Salween. Todo el viaje fue a lo largo del río, algunas veces muy por encima de él, a veces peligrosamente cerca del agua corriendo, pero casi nunca dejamos de ver el rio.
Llegamos a Gongshanat a las 10.30 am, hicimos un alto para un temprano almuerzo y a las 13.30 partimos nuevamente. Una hora después llegamos al pueblo de Binzhongluo, a unos 1.000 kilómetros de Kunmíng. En el camino viajamos a lo largo de profundas gargantas que el río había desgastado por eones. Fue bastante impresionante.
Nos presentaron ante el jefe del pueblo y con él dimos un corto paseo hasta el ‘Shi Men Guan’ (‘Stone Gate”, “Puerta de Piedra “) (Fig. 2), el nombre local de lo que Handel-Mazzelti había llamado el desfiladero de Chamutong, donde describió al río como «atravesando la franja de piedra caliza cristalizada».
Una hora después nosotros estábamos allí y a través de binoculares vimos nuestra primera ¡Trachycarpus!
Ciertamente había muchas palmeras allí, pero una especie de cañón entre nuestro mirador y la propia Puerta de Piedra impedía que pudiéramos acercarnos sin dar un extenso rodeo y como ya empezaba a oscurecer, decidimos finalizar el día y regresar al pueblo. Nosotros celebrado con botellas de cerveza local y especulamos sobre lo que podría traer el nuevo día.
A la mañana siguiente nos levantamos a las 6.30, antes del amanecer y aún antes del canto del gallo. Después del desayuno salimos con un guía local y nos dirigimos hacia la misma dirección general que el día anterior para luego descender hasta el nivel del río, siguiendo un camino despejado entre fincas. El río en sí es de color verde jade y bastante suave, aunque de corriente rápida.
Pronto vimos Trachycarpus creciendo en las dos caras altas y escarpadas de los acantilados opuestos entre los que corría el río; Una grieta de 300 m de profundidad en la cadena montañosa, con el río en el fondo, algo menos que los 600 m mencionados por Handel-Mazzetti pero muy impresionante de todos modos. Había cientos de palmeras y a través de binoculares pudimos ver lo hermosas que eran.
A la distancia, parecían muy cercanas en apariencia general a Trachycarpus martiano, con tallos erectos, delgados, aparentemente desnudos en algunas de las plantas altas, más viejas, y hermosas coronas esféricas, y pudimos entender fácilmente cómo Handel-M’azzetti las había identificado erróneamente. El más alto parecía medir unos 9 m.
La mayoría estaban en la orilla opuesta, pero pronto tuvimos la oportunidad de examinar un árbol de cerca que recientemente se había caído cerca de nuestro camino…
Tenía unos 150 cm de tronco, cubierto con vainas foliares fibrosas muy unidas de una textura bastante gruesa. La parte superior expuesta de la vaina era corta y estaba dividida en numerosos hilos individuales gruesos, erguidos al principio pero fuertemente reflexos con la edad, como es el caso de las espinas formadas por las vainas foliares de Trithrinax acanthocoma. Ciertamente esto fue muy diferente de Trachycarpus martianus, y aún más de T. Fortunei. Sin embargo, la principal diferencia de todos los demás Trachycarpus, y sin duda lo más sorprendente, fue el hecho de que la parte inferior de las hojas era de color blanco ceroso (Figs. 3 y 4). No hubo restos de flores ni frutos, por lo que una identificación más positiva tendría que esperar un tiempo. Tomamos algunas fotografías y medidas, recolectamos material de herbario y luego continuamos por el sendero, ahora cerca del río.
Nuestro guía nos dijo que no se encontraban palmeras al norte de aquí, por lo que solo crecían en esta pequeña área. El 95 % de las palmas crecían en la orilla opuesta, orientada al oeste, Tendríamos que hallar alguna forma de cruzar el rio. La fortuna nos sonrió ya que pronto nos encontramos con una barca amarrada en la orilla del río. Nuestro guía fue enviado al pueblo cercano para negociar un precio para cruzarnos en ferry. Mientras esperábamos su regreso, cocinamos un almuerzo sencillo de sopa en paquete en la «playa» de guijarros del río, a solo un tiro de piedra de cientos de estas hermosas palmeras. Cuanto más mirábamos, más veíamos. ¡Un idílico lugar !
Después de aproximadamente una hora, nuestro guía regresó con cuatro o cinco hombres Lissu que habían aceptado llevarnos al otro lado. Íbamos de uno en uno, con dos remeros, uno delante y otro detrás (Fig. 5). Fue bastante complicado por la velocidad del agua, que fluía rápido a pesar de ser la estación seca. Era cuestión de remar lentamente hasta llegar al agua rápida, luego remar bastante rápido para no ser arrastrado demasiado río abajo. Pronto nos reunimos, todavía secos, al otro lado y nos dirigimos hacia las palmeras. La orilla del río aquí estaba compuesta de piedra caliza cristalina pura, es decir, mármol blanco. A lo largo de los siglos, el río se había suavizado y esculpido en curvas y formas dignas de Miguel Ángel.
Luchando rodeamos el promontorio y pronto estábamos entre las palmeras. La gran mayoría crecía en la escarpada pared del acantilado, absolutamente vertical y absolutamente inaccesible (Fig. 6). Teniendo en cuenta nuestras experiencias con otras palmeras en su hábitat, quedamos bastante felices de ver esta situación ya que esto significa que están bastante a salvo del hombre.
Pero donde el acantilado se convertía en una moderada pendiente hacia un pedregal más suave en su base, había un buen número de palmas formando un pequeño bosquecillo al que se podía llegar con un mínimo esfuerzo, y fue hacia allí que nos abrimos camino, apenas capaces de contener nuestra emoción.
Durante el siguiente par de horas recorrimos las palmeras, admirando, fotografiando, midiendo, comparando y en general pasando un buen rato. Allá había muchas palmas para elegir, cada cual más bella; más bonita que la anterior, la parte inferior blanca de sus hojas le daban un aspecto muy especial (Fig. 7).
Estuvimos de acuerdo en que estos eran definitivamente los más hermoso Trachycarpus que jamás habíamos visto. Sus coronas esféricas, bastante abiertas, estaban atractivamente arregladas y compuestas por alrededor de 22 hojas semicirculares a circulares, regularmente divididas (Fig. 8). Después de morir, forman una pequeña falda debajo de la corona antes de que la hoja se pudra y se caiga. Los pecíolos delgados a menudo permanecen adheridos al tronco por mucho más tiempo y esto, junto con su pálido color, da la impresión desde lejos de que los troncos están desnudos.
De hecho, muchas de las plantas altas y viejas pierden sus vainas foliares para revelar un tronco gris y anillado. Muchas plantas tenían inflorescencias o infrutescencias viejas y secas, pero, para nuestra gran sorpresa, ninguno de los árboles disponibles tenía frutos ni flores. No sabíamos si fructificaron antes que otros Trachycarpus o si simplemente había sido un mal año (¿seco?), pero es terriblemente importante encontrar al menos algunas semillas para determinar si pertenecían al grupo Fortunei (semillas reniformes) o al grupo Martianus (ovoide con surco). Finalmente, después de escarbar en la tierra en la base de un árbol con una infrutescencia reciente, uno de los Lissu encontró sólo dos semillas frescas y un par de semillas viejas y vacías. Tenían forma de riñón, lo que significa que los árboles pertenecen al grupo anterior.
En realidad, no nos sorprendió descubrir que a muchas de las palmeras accesibles se les había quitado la fibra natural o se les habían arrancado algunas de sus hojas. Algunos incluso habían sido talados, ya que los troncos eran útiles para la construcción, o tal vez el palmito fuera comestible.
Pero, en general, sentimos que los lugareños eran comprensivos y allí ciertamente no hubo una destrucción total como habíamos visto, por ejemplo, en Trachycarpus takil en lndia. Incluso si se talaran todos los árboles accesibles, aún quedaría la gran mayoría de la población, unas 400 o 500 plantas maduras en total. Creemos que su futuro está bastante seguro.
Además, nos alegró mucho ver un buen número de plántulas, lo que indica que los árboles se están reproduciendo bien. Ésta es una muy buena señal. Las plántulas en sí eran muy bonitas, con hojas partidas regularmente a la manera de las plántulas de T. martianus a las que se parecían mucho, pero con el mismo dorso de las hojas de color blanco ceroso que sus padres (Figs. 9, 10).
Después de un tiempo muy feliz entre estas hermosas palmas, nos despedimos con pesar y, uno a la vez, como antes, cruzamos el Nu Jiang en la canoa. Con muchas miradas hacia atrás a la Puerta de Piedra, partimos hacia el pueblo y emprendemos el largo viaje de regreso a Kunming.
El costo de llegar hasta el sitio donde crecen estas palmeras no fue insignificante, no sólo en términos económicos, sino también en términos de esfuerzo físico, tiempo y paciencia. A pesar de esto, el placer que tuvimos al redescubrir la palma de Handel-Mazzetti hizo que todo valiera la pena. Desafortunadamente, debido a la lejanía del sitio y la escasez de semillas, es poco probable que este hermoso árbol llegue a cultivo, pero está ahí y seguirá estando Así que estamos esperando a que otros entusiastas de las palmas lo descubran por sí mismos.
Aunque no pudimos encontrar ninguna flor, el material recolectado por nosotros tres es suficiente para mostrar que la palma de Stone Gate es claramente distinta de todas las demás especies de Trachycarpus.
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